¿Podemos evitar los accidentes infantiles en las piscinas?
Por Amalia Arce, pediatra y autora de Diario de una mamá pediatra
No sé vuestros recuerdos veraniegos infantiles, pero los míos giran entorno al agua, especialmente al agua de las piscinas. Pasábamos largas semanas de vacaciones en un camping con mi madre (mi padre venía los fines de semana) y a pesar de que teníamos también playa, la piscina era nuestro lugar favorito para disfrutar de muchos juegos. Después de comer, contábamos los minutos del tiempo de digestión para irnos a bañar. Yo creo que lo del corte de digestión se lo debió inventar alguna madre que quería tener un par de horas de descanso en vigilar niños remojados ;)
Mis hijas cuando encuentran una piscina se comportan como hacíamos mi hermana y yo. Nunca se cansan, no encuentran el momento para salir. Siempre hay que arrastrarlas fuera del agua con los deditos arrugados hasta el infinito.
Todo este disfrute en nuestras retinas choca con las cifras aplastantes de cada año sobre ahogamientos infantiles en piscinas. ¿Sabíais que el ahogamiento es la segunda causa de mortalidad infantil de los niños entre 1 y 4 años? Además la mayoría de estos accidentes se producen en piscinas privadas, donde no suele haber otros adultos vigilando aparte de los propios familiares.
La vigilancia de los adultos es fundamental. Para mí continúa siendo una obsesión. A pesar de que mis dos hijas son buenas nadadoras y que ya son mayorcitas, no las pierdo de vista mientras están en el agua, cosa que a veces es un poco cansina…. Y os confieso que siempre me han generado cierta intranquilidad las excursiones escolares a piscinas o playas, justamente por este motivo.
5 recomendaciones para este verano
- Vigilar, vigilar y vigilar. Cuando los niños son pequeños, olvídate de tumbarte el sol a la bartola, leer un libro o revista o mirar a los ojos a tus interlocutores acompañantes mientras hablas…. Si vas con otra persona, puedes establecer turnos de vigilancia.
- “Empoderar” a los niños. Utilizando una palabra de moda, pero en definitiva… ¡enseñarles a nadar! Sin prisa pero sin pausa desde bien pequeñitos. Una vez dejan de estar en nuestros brazos en el agua, es conveniente utilizar elementos de flotación (flotadores, manguitos, etc). Piensa que hay niños que son prudentes “de serie” pero otros van a sobredimensionar sus capacidades.
- Si tienes piscina privada, ponle vallas. No te esperes al próximo verano.
- En caso de que suceda lo que no tiene que suceder, debes actuar rápido, conocer cómo activar los servicios de emergencia (llamar al 112, también ¡pide ayuda a tu entorno!) y lo que es más importante, empezar a realizar las maniobras de reanimación cardiopulmonar. Si no sabes, ya estás tardando en hacer un curso para aprender. Pregunta a tu pediatra o en tu centro de salud. Te orientarán sobre dónde adquirir estos conocimientos. Nosotros en nuestro hospital, organizamos cursos de reanimación para padres y personas que están en contacto con niños de forma frecuente. Pincha aquí.
- Por último, no quitarles el ojo de encima a tus hijos. ¡Ah! ¿Que ya lo he dicho? Pues se siente…. es que casi podríamos resumir las recomendaciones en esa, porque es la más importante con diferencia.
¡Feliz verano a tod@s!
Publicado el 30 Jun, 2015