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Juguemos a cocinar con nuestros hijos

Siempre he pensado que dejar que los niños entren en la cocina es una forma de educarles. Nunca he impedido que mis hijos entren en ella. Incluso reconozco que les he animado. La cocina les llama mucho la atención y, normalmente, quieren participar en lo que hago; “mamá yo te ayudo” es lo primero que dice el peque grande,  cuando ve que voy a ponerme a cocinar, mientras coge su silla para alcanzar la encimera y se pone a mi lado.

Nuevos alimentos

No sólo dejo que me ayuden por diversión sino porque tengo comprobado que, si participan en la elaboración de la comida, después están deseando probar lo que ellos han hecho, por lo que es mi forma de introducirles alimentos nuevos. Le explico de una manera muy sencilla lo que hace cada alimento en su organismo. Por ejemplo, “las zanahorias tienen muchas vitaminas y hacen que tus ojos vean muy bien” o “este pescado hace que tu cerebro funcione mejor y seas más inteligente”.

Eso sí, esto no es una fórmula mágica porque a mi peque grande no le gusta el chocolate y, aunque haga galletas de chocolate para llevárselas a su seño y a sus compis, luego no consiente en probarlas. Sin embargo sí que nos ha funcionado con frutas o verduras.

Involucrarlos en la preparación de los platos hace que aprendan a comer más sano y variado, además los hace más autónomos, responsables e independientes y les ayuda mejorar su autoestima; entre otras cosas porque sus galletas pueden ser un churro pero serán las más deliciosas que probéis en vuestra vida, seguro.

La higiene en la cocina

También es un buen momento para enseñarles la importancia de la higiene en la cocina, insistiendo en que deben lavarse las manos o explicarles cómo hay que lavar la fruta.

A veces, no voy a negarlo, tener al peque detrás tuya intentando hacer todo lo que tú haces se convierte en un estorbo y puede sacarte un poco de quicio, sobre todo si vas con mucha prisa o si estas preparando un plato especial porque tienes invitados. En estas ocasiones mi truco es ponerlo a mi lado y darle trabajo, así él está contento y a mí me deja trabajar algo más tranquila. Compartiendo el trabajo hace que tareas un poco tediosas como la de liar croquetas puedan ser mucho más divertidas. ¡Animaos a dejarles que os ayuden porque vais a ganar un ayudante en la cocina!

Ayudantes impacientes

Nunca olvidaré el día que hicimos nuestra primera pizza juntos, cómo disfrutó metiendo las manos en la masa y poniendo después todos los ingredientes. Una vez que la pizza estaba dentro del horno cogió su sillita y se sentó delante del horno para ver como se iba cocinando la pizza… Fueron unos minutos muy largos…no sé si fueron cien o ciento cincuenta veces las que pregunto si la pizza ya estaba hecha.

Hoy le he preguntado qué es lo que más le gusta hacer en la cocina y no lo ha dudado un segundo: magdalenas. El otro día le llevó a su seño unas cuantas y no os podéis hacer idea de lo feliz, orgulloso y satisfecho que iba.

El fin de semana, cuando el ritmo frenético del día a día se ralentiza un poco y podemos ser un poco más pacientes es necesario dedicarles un poco más de tiempo a nuestros niños. Pasar un rato con ellos en la cocina es una buena opción, sobre todo ahora que empieza el mal tiempo y tenemos que quedarnos en casa. Compartir con nuestros hijos una tarde en la cocina conlleva grandes satisfacciones tanto para ellos como para nosotros, hacer algo juntos es básico para su educación.

Si os da algo de miedo que entren en la cocina podéis comenzar dándoles pequeñas tareas, por ejemplo que troceen la lechuga con las manos, lavar las verduras o dejarles que decoren el plato. Eso sí, siempre deben estar acompañados por vosotros y, dependiendo de la edad, podrán hacer unas u otras tareas, tan sólo hay que tener un poco de sentido común.

Es hora de cocinar

Ensalada de mandarina

Pelar la mandarina y separar los gajos, ponerlos en un plato, repartir por encima:

  • cebolleta picada
  • huevo cocido
  • atún
  • aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal.

Magdalenas

  • 375 gr de harina
  • 2 sobres de gasificante o 1 sobre de levadura química
  • 250 gr de azúcar
  • 3 o 4 huevos
  • 250 ml de de leche
  • 250 ml de aceite de oliva virgen extra
  • Ralladura de un limón
  • Azúcar para espolvorear

Mezclamos la leche, el aceite, el azúcar, la ralladura de limón y los huevos. Añadimos la harina y el gasificante o levadura. Dejamos reposar media hora, repartimos la masa en capsulas de papel, espolvoreamos con azúcar y horneamos a 180º C hasta que estén doradas.

¡Buen provecho! :)

Ana María Gutiérrez

Autora del blog Cocinando entre Olivos

Publicado el 13 Nov, 2012

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