El ala verde de la felicidad
Por Tenemos tetas
¿En qué consiste “ser una madre feliz”? Difícil pregunta, cuando incluso cada una de esas cualidades por separado ya son casi imposibles de abarcar: ¿En qué consiste la “maternidad”? ¿En qué consiste la “felicidad”?
Dice Eduard Punset que la preocupación por la felicidad es algo bien reciente. Hasta hace muy pocos años, la gente vivía tan poco y tan mal que no tenía tiempo ni modo de aspirar a la felicidad. Hoy, en las sociedades opulentas del siglo XXI, cuando ya lo tenemos casi todo, ser feliz empieza a ser casi un imperativo legal. También es casi imperativo legal ser productivo y exitoso en el trabajo.
En una sociedad donde el valor se construye en el circuito productividad/ consumo, la maternidad, la crianza y el cuidado pasan a ser entendidas como “obstáculos” para el éxito social. Un sacrificio que nos tenemos que repartir, a ver si así nos toca menos. No lo sabemos bien hasta que devenimos madres, y nos percatamos de cuántos obstáculos enfrentamos en un mundo no pensado para los niños.
La felicidad
Ser madre “feliz” de una criatura “feliz” es pues un gran reto, y cada una logra conseguirlo, según sus circunstancias personales, a ratos y a duras penas.
Yo soy una madre feliz cuando puedo elegir. Cuando puedo elegir cómo, cuándo y con quién quedarme embarazada. Cuando puedo elegir cómo cuidar y disfrutar de mi gestación. Cuando puedo elegir dónde y cómo parir, y el parto es mío y de mi bebé y ojalá de su papá, y los profesionales y personas que nos rodean nos respetan y nos cuidan. Cuando puedo elegir cómo cuidar y alimentar a mi hija, y para ello tengo toda la información necesaria, que me permite elegir lo mejor para ella, para mí y para mi familia. La libertad, la información y la posibilidad legal y real de tener diferentes opciones disponibles, son imprescindibles.
Soy una madre feliz cuando me siento apoyada. Cuando los familiares, amigos, compañeros de trabajo, empresas, tiendas, comunidad y sociedad en su conjunto me apoyan y me reconfortan en mi labor de mamá. Cuando, en lugar de cuestionar o dar consejos no solicitados, las personas que me quieren confían en las decisiones que tomo en torno a la crianza, sean estas cuales sean. Cuando me hacen la vida mejor, no cuidándome al bebé, sino ayudándome en todo lo demás para que yo pueda cuidar de él desde su primer minuto de vida. Una sociedad que no apoya a la maternidad es una sociedad suicida.
Soy una madre feliz cuando puedo dedicar tiempo a mi hija. Cuando puedo disfrutar de una baja maternal digna que me permite amamantar exclusivamente a mi bebé los primeros meses de vida. Cuando no me tengo que separar de ella sabiendo que aún me necesita. Cuando puedo pedir excedencias o reducir la jornada laboral para cuidarla. Cuando puedo tener permisos si se enferma. Cuando dormimos abrazados todos en la misma cama, cuando me regala su primera sonrisa por la mañana, cuando puedo dedicar horas a jugar con ella, a tirarme en el suelo, a reír juntas, a pasear por el monte, a redescubrir el mundo con los ojos nuevos que ella me presta.
El ala verde de la felicidad
Soy una madre feliz cuando logro que mis necesidades personales no compitan con las necesidades de mi hija. Cuando puedo reconocer que, como bebé y niña, necesita tiempo, cuerpo, mirada, compañía, comunicación, de mí y de su papá, y puedo proporcionárselo con placer. Cuando en lugar de sentir que me demanda, que me roba mi tiempo, que perturba mis planes o que no me deja dormir; siento que me regala mucho más de lo que yo pueda darle a ella, que me aporta, que crezco a su lado.
Soy una madre feliz, en fin, cuando mi hija es feliz. Cuando todos en la familia nos amamos y respetamos, cuando puedo reconocer y superar los demonios interiores que me agotan la paciencia, cuando su papá y yo logramos educar con alegría y respeto, sin castigos, sin amenazas, sin chantajes ni manipulaciones, sin lágrimas, sin abusos de poder. Soy feliz en todas aquellas ocasiones en las que logro ser coherente con mis convicciones, cuando constato cada día que “el mejor método de educación es la felicidad.”
Esta mañana mi hija de tres años ha despertado a mi lado y me ha dicho: “Mami, he soñado que mi ala verde se me había ensuciado un poco, pero sólo un poquito”. Eso es para mí la felicidad.
Publicado el 08 Mar, 2011