Niños y animales: es posible formar una gran familia

Por Mamá (contra) corriente

No son pocas las parejas que se preguntan si es posible la convivencia bajo el mismo techo de familia y animales. Es más, no es infrecuente que ante la noticia de un embarazo el entorno más cercano ponga el grito en el cielo si en el hogar existían previamente mascotas y presionen a los futuros padres para que se deshagan de ellas, con los argumentos más variopintos. Lamentablemente, las invitaciones al abandono pueden llegar incluso desde profesionales sanitarios poco informados, que no dudan en seguir circulando leyendas urbanas sin pestañear siquiera. En un ambiente tan hostil, algunas parejas sucumben a la presión y sacan de sus vidas a los animales antes de la llegada del bebé.

¿Hay motivos para el abandono?

¿Hay motivos para el abandono?, ¿son ciertas las historias que hablan de gatos araña-niños o de perros asesinos?, ¿qué posibilidades hay de que un gato nos contagie la toxoplasmosis durante el embarazo?, ¿el animal, celoso, nos hará la vida imposible?, ¿nunca más podremos descansar tranquilos si animales y niños comparten casa?

La respuesta de veterinarios y etólogos es clara: no hay razón para sacar a las mascotas del domicilio. Las posibilidades de contraer toxoplasmosis por gatos domésticos es tan remota que podríamos calificarla de nula y el resto de historias para no dormir no son más que bulos orientados a la demonización de las mascotas.

Dándole la vuelta a la tortilla, incluso existen estudios recientes que indicarían que convivir con mascotas, especialmente antes de cumplir el primer año de vida, reduce la posibilidad de sufrir alergias en el futuro.

Nuestra experiencia

Nuestra experiencia como familia con dos gatos y una perra es un testimonio real de cómo las cosas no son como algunos las pintan. Desde el primer momento en que me quedé embarazada los animales supieron que lo estaba. Era habitual que los gatos buscaran tumbarse encima de mi tripa y los tres me seguían por la casa como si fueran mi sombra, muy especialmente en la recta final del embarazo. Cuando llegamos a casa con mi bebé en brazos, se acercaron a reconocer al niño que ya conocían como si, efectivamente, llevaran nueve meses compartieron espacio con él. Ni un ladrido, ni un gruñido, ni un bufido. ¿Casualidad?.

Convivir con animales se parece, en muchos aspectos, a vivir con niños: hay que obrar con sentido común, respetar las necesidades y aplicar la empatía. Igual que no arrinconaríamos a nuestro hijo mayor al tener otro bebé, basta con preparar a los animales con cierta antelación para los cambios que se puedan producir. Por ejemplo, si la rutina de paseos de los perros va a cambiar, conviene irlo haciendo poco a poco unos meses antes. Tampoco es razonable impedir sistemáticamente que los animales se acerquen al bebé porque captaran nuestro nerviosismo y se preguntaran por qué tenemos miedo, igual que un hijo mayor no entendería que no quisiéramos que se acercara a su nuevo hermanito. Es tan sencillo como supervisar sin agobiar y mostrar la naturalidad que realmente tiene la situación.

Niños y animales: una gran familia

Si nos comportamos con normalidad, la naturaleza hará el resto: los animales son perfectamente capaces de distinguir una cría humana de un adulto. Jamás he tenido que regañar a ninguna de nuestras mascotas por hacer nada que pudiera causar el más mínimo daño a nuestro hijo y, en cambio, han sido muchas las ocasiones en las que he presenciado gestos de respeto hacia él. Uno de los más graciosos, por ejemplo, la delicadeza con la que la perra le roba la comida siempre que puede, acercándose despacito, poniendo los labios suavemente, como metiendo los dientes para dentro.

No sólo es posible formar una gran familia con niños y animales sino que tendremos innumerables momentos entrañables, juegos, risas y amigos para toda la vida. Como valor añadido, estaremos enseñando a nuestros hijos en primera persona que los animales merecen nuestro respeto y podrán ser, a su vez, un ejemplo para otros.