Horarios que facilitan la vida a padres e hijos
Soy una persona muy organizada, ordenada hasta casi la obsesión, que le vamos a hacer, nadie es perfecto. Y cuando el pequeño Rayo llegó a esta familia me descolocó todo mi orden. No era el desorden del hogar –que lo había y mucho-, la locura de comidas o hasta la higiene personal –qué difícil era ducharse en aquel entonces-. Es que confundía la noche y el día. Igual daba que luciera el sol o la luna, porque nuestros horarios eran los mismos. Teteando día y noche, se fueron pasando las semanas y hasta los primeros meses. De hecho tengo más recuerdos de lo que hacía por la noche que por el día. Qué de series basura llegué a ver …. Bendito canal de pago. Y aunque con el paso del tiempo la cosa mejoró, no penséis que fue como para tirar cohetes, mis ojeras no mentían. Él no dormía y yo tampoco.
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Horario infantil
Pero los niños crecen, sus hábitos mejoran y los horarios llegan a nuestras vidas como una tabla de salvación o un Dios al que venerar. Y en esta familia somos seguidores del Señor Horario Infantil. Bien es cierto que la salud de Rayo ha necesitado unos horarios algo más estrictos que le garantizaran un descanso adecuado, pero no por estar bien nos hemos saltado sus horas y eso ha contribuido a que en esta casa todos seamos un poquito más felices.
Veréis, Rayo es un niño intenso, lo que viene siendo un no parar en todo el día. Pero ni para su cuerpo, ni para su lengua. Quienes tenéis un hijo así, podréis entenderme a la perfección. Para quienes tenéis niños calmaditos, que se entretienen solitos, al menos un rato, esto os sonará a chino, lo sé. Os envidio, no creáis.
Y cuando una criatura no para desde el mismo momento que se baja de la cama a eso de las 8 de la mañana, sus –pobres- padres tampoco lo hacen. Ni paramos ni dejamos de escuchar, esto último hay que tenerlo muy en cuenta. El padre de la criatura hace un tiempo me día “desconecta, piensa en tus cosas y verás como no te altera tanto que no pare de hablar”. ¡Iluso! A él ya no le funciona ese truquito.
Alcanzar la felicidad
Y entonces llega nuestro Señor Horario Infantil: Desayuno, comida y cena siempre a la misma hora, preferentemente temprano claro está. En fin de semana la variación la hacemos en función de la hora que se levante, por tanto se intenta que la cosa no se altere mucho. Sobre todo si estamos en pleno curso, el verano ya es otra historia. Y la hora de irse a la cama es ¡¡¡sagrada!!! Hasta un inconformista de la vida como Rayo ha aceptado su horario de irse a dormir. Las 9 en punto, es momento de tirar para su cuarto, leer su cuento, hacer el indio con su gata e ir adoptando posiciones para recibir besito y abrazo de buenas noches. 9:15 horas, niño K.O., 9:20 horas, padres relajados disfrutando de un libro, una serie o simplemente del silencio, o del ronquido del otro que se quedó grogui en el sofá. Lo mismo da que da lo mismo, todo ello proporciona la misma felicidad.
Pero he de decir que estos horarios también ayudan mucho a los niños, se descentran menos, se alteran mucho menos y a medida que crecen entienden “el paso del tiempo” con más facilidad, pues sus acciones (comer, jugar, tarea del cole, parque, dormir) las asocian a unas horas que van aprendiendo y que poco a poco identifican en el reloj. Y aunque no lo creáis eso les ayuda a asumir esa responsabilidad.
Por qué alterar horarios
Y si todo son ventajas, ¿por qué a veces nos empeñamos en sacarles de esos horarios que tan bien les sientan? Llega el calor, pero aún hay cole, familias enteras en los parques a las 8 de la tarde. “Hace tan bueno que me da pena subirle a casa”, me dicen algunas amigas. A quién le da pena subir, ¿a la criatura o a la madre? Luego se llega tarde, se le baña tarde, se cena tarde y el churumbel rotito de cansancio por no parar en toda la tarde, encima pasa mala noche debido al grado de excitación o al cansancio extremo.
Lo siento señoras y señores, pero ese plan no me convence. Sigo y seguiré fiel a mi Señor Horario Infantil que tan buen resultado nos está dando. Rayo se levanta cargado de energía y nosotros felices de poder disfrutar, al menos un ratito al día, de algún momento adulto sólo para nosotros.
Belén Pardo
Autora del blog Mamá sin complejos
Publicado el 06 May, 2013