La aventura de mi embarazo: una familia numerosa en Escocia
Alejandra Villaverde, autora de La aventura de mi embarazo
Siempre quise formar mi propia familia. No recuerdo si deseaba que fuera una familia numerosa. De hecho creo que siempre me había quedado en la práctica idea de tener dos hijos. Pero mi primera maternidad fue tan maravillosa y sobrepasó tanto mis expectativas, que pronto me sedujo la idea de la familia numerosa.
Llegué a abandonar esa idea cuando mis hijos fueron creciendo y la idea de comenzar de nuevo me inspiraba pereza. Tampoco acompañaba la situación laboral y económica. Mi marido y yo perdimos nuestros puestos de trabajo fijos. Yo intenté reconducir mi futuro laboral mediante el emprendimiento, a duras penas. Mi marido lo tuvo más difícil y se vio abocado a cuatro largos años desempleado.
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Dicen que los hijos vienen con un pan bajo el brazo
Justo en el peor momento de todos, cuando estaba más que descartado aumentar nuestra familia, ¡era una locura solo pensarlo!, me quedé embarazada de mi tercer hijo.
Podía parecer una insensatez. Pero para mí fue la oportunidad de tener lo que siempre había anhelado: una familia numerosa. Quisimos, a ese bebé que no fue buscado, pero sí muy deseado, desde el primer momento.
Justo en el peor momento de todos me quedé embarazada de mi tercer hijo.
Mi maternidad más dura
Después de 4 años desempleado mi marido tuvo por fin una oportunidad laboral. No era la mejor, ni mucho menos la más adecuada a nuestra situación familiar. Pero era la que había. Mi marido comenzó a viajar y a pasar largas temporadas fuera de casa. Me vi embarazada de mi tercer hijo, con un niño de seis, una niña de tres y sola.
Di a luz sola. Pasé los diez primeros días de puerperio con mis tres hijos, sola. Y los días, semanas y meses que vinieron luego.
Era una situación rara. Yo no estaba divorciada, no éramos familia monoparental, no nos adaptábamos a ningún modelo de familia socialmente reconocido. Éramos, por decirlo de alguna manera, una familia desmembrada.
Mi situación me recordaba a la de las antiguas esposas de marineros, esos que pasaban seis meses en la mar y otros seis en tierra. Con la diferencia de que mi marido no pasaba más de tres meses en todo el año en casa.
Mi marido comenzó a viajar y a pasar largas temporadas fuera de casa. Éramos una familia desmembrada.
Buscar fuera de España
Lo que no esperábamos era el cambio tan radical que iba a dar nuestra vida familiar. Y ese cambio comenzó a gestarse el día en el que mi marido, viendo que su perspectiva era trabajar lejos de casa por un sueldo que no merecía semejante sacrificio, decidió buscarse la vida fuera de nuestro país.
Siempre diré que en ese momento nos tocó la lotería. La casualidad quiso que nada más ponerse a investigar, encontrara una oferta de trabajo que se ajustaba a la perfección a su desempeño profesional en ese momento. El destino: Edimburgo, ¡Escocia!
La casualidad quiso que encontrara una oferta de trabajo en Escocia.
Nuestra aventura expatriada
Casi sin darnos tiempo a pensarlo, en cuestión de días estábamos despidiendo a papá en el aeropuerto. Y así vivimos catorce meses. Papá en Escocia, nosotros en España. Con expectativas e ilusión de volver a ser una familia unida pero con la incertidumbre de no saber cuándo.
He dejado pasar un tiempo prudencial que nos permitiera pensar muy bien el paso que íbamos a dar como familia. Un traslado a otro país no es una decisión para tomar a la ligera y más aún teniendo hijos. Pero por fin estamos aquí.
Esta vida expatriada nos ofrece muchas oportunidades que creemos merecen la pena intentar. El idioma, la educación, la estabilidad laboral, el modo de vida. Pero, sobre todo, es la oportunidad de poder volver a ser una familia.
#FamilyRules
Publicado el 29 May, 2018