Niños preadolescentes: mi realidad y pronto también la tuya
Cuando hablamos de adolescentes todos pensamos en chavales próximos a los quince, con las espinillas despuntando y el pavo subido. Niños y niñas rebeldes que ponen a prueba la paciencia de sus –santos- progenitores un día sí y otro también. Pero, queridos amigos, ahora lo que se lleva es la pre-adolescencia. Los tiempos cambian y todos evolucionamos…y parece que los niños también. Ahora lo que se estila son “las etapas del desarrollo infantil”. Cada edad tiene una fase y cada una trae consigo nuevos retos para todos nosotros. Me pregunto yo muchas veces si mi madre lo tuvo tan difícil.
El principio
Empezamos con las rabietas, eso que muchos llaman “los terribles dos”, que nombre más horrible para una etapa infantil, ¿verdad? Esto se lo cuentas a una pareja que anda en busca y captura de un embarazo y se le quitan las ganas. Ya luego a eso de los tres se presenta la fase rebelde, algunos dicen que es autodeterminación. Vaya, que el niño va adquiriendo la independencia propia de la edad y con ello también viene una chispa de rebeldía. Hasta aquí, ¿os va sonando?
Autodeterminación
Pero lo bueno empieza ahora. Llegan los cuatro, con más autodeterminación. ¡Y tú pensando que esto de la rebeldía tenía las horas contadas! Va a ser que no. Pero ay amigas mías, ¡llegan los cinco! Y con ellos llega ¡la pre-adolescencia! Así, sin paños calientes. Hace nada tu churumbel era un tierno bizcochito que se agarraba a tu pierna tímidamente si alguien le hacía algún cumplido. Hoy es capaz de espetarle cualquier inconveniente. Esa es tu dulce criatura.
Y si habías pensado que la rebeldía había dejado paso a una etapa de “niño obediente y bien educado”, ¡vas lista!
Prepárate para las perlitas
- “Mamá, no me engañes que ya sé leer”: aplicable a cuando quieres que los dibujos acaben ya y le cuentas la milonga de que luego no hay nada más.
- “Es que yo hago lo que quiero y lo que me gusta”: aplicable a cuando le dices que coma lo que le queda en el plato, a cuando le llevas contigo a comprar, a cuando le recuerdas las normas y más, mucho más.
- “Tengo novia”: ¿qué puedo decir a esto? La criatura tiene novia, a sus tiernos 5 años, tiene novia. Con la que se abraza, a la que cela, por la que llora. ¿Celos yo? Nooooo…
- “Me voy a casar con E.”: así de tajante y seguro de sí mismo me ha salido el niño.
- “Mamá estoy pensando cómo voy a llamar a los hijos que voy a tener con E.”: no puedo (ni quiero) añadir nada más.
- “¿Se pueden tener dos novias?”: fase golfa en estado puro, ¡hombres!
- “Mamá, si me sigues regañando me voy a vivir al cuarto piso”: sí, lo habéis adivinado, vivimos en un tercero. Acto seguido yo abro la puerta y ahí recula. Por fortuna aún recula. No sé qué pasará dentro de unos años. Creo que la primera vez que amenacé a mi madre con irme de casa tendría unos catorce años (año arriba año abajo). Aquí el figura con cinco le ha faltado tiempo.
Y podría contaros más. Pero, para muestra, un botón. ¿Creéis que exagero? Llamad a mi puerta en unos años y entonces compartiremos experiencias. Pero, tranquilas, no es todo malo: os vais a reír un montón, vais a seguir aprendiendo de estos pequeñajos ingeniosos y, a pesar de que las novietas aparezcan, os seguirán adorando. Eso sí, os aconsejo que os preguntéis qué clase de suegra queréis ser, ¿cómo la vuestra o mejor? ;)
Belén Pardo
Autora del blog Mamá sin complejos
Publicado el 10 Dic, 2012