Con el segundo hijo seguimos siendo primerizos
Primerizo, palabra de uso frecuente en el campo de la ma/pa-ternidad, habitualmente con un sentido negativo, como si carecer de experiencia como padres nos convirtiera en gente sin criterio, hipocondriaca, exagerada y propensa a cometer errores imperdonables. Pero, ¿es realmente así? ¿la experiencia que te proporciona ser padre por primera vez supone una gran diferencia con respecto a los siguientes hijos?
Primeras experiencias
Recuerdo la primera vez que cambiamos un pañal: más de media hora, varios pañales manchados de meconio tirados a la basura sin llegar a ponérselos, dos empapadores, dos cambios de pijama y un chorretón en el brazo por pises imprevistos… Ahora somos expertos en esto y en todo aquello por lo que ya hemos pasado: sueño infantil, alimentación complementaria, primeras enfermedades, artículos de puericultura de todo tipo… Estos conocimientos son útiles: ante la llegada del segundo hijo uno se siente más seguro y confiado, deja de preocuparse por cosas que con el primero fueron más importantes, compra mejor y con más cabeza. En definitiva, la crianza es más relajada y esto se agradece.
La experiencia es un grado, no lo niego, pero creo que no existe una diferencia tan grande como la que se le suele atribuir. La emoción al coger a tu bebé en brazos por primera vez es única sea el primero, el segundo o el quinto, la congoja que sientes cuando llora al ponerle las vacunas por más que sea por su bien, su primera fiebre, cada vez que se hace un chichón, los segundos que parecen eternos cuando se atragantan con un trozo de comida, su primera risa, su primer mamá… todo es único, irrepetible, todo son primeras veces.
No todo es igual con el segundo hijo
Tampoco es que podamos aplicar nuestra experiencia con el primero al pie de la letra con los siguientes. Lo que para uno funciona muy bien quizá no funcione para el otro. El haber pasado anteriormente por situaciones similares nos hace comprender que muchas de ellas son etapas que pasan prácticamente solas y nos proporciona más recursos para hacerlas frente, pero con frecuencia deberemos emplear de nuevo la imaginación y tener mucha paciencia y empatía.
La maternidad es siempre emocionante, la crianza es siempre un reto. Como comentaba en mi último artículo para El Club de las Madres Felices, creo que esto es parte del encanto y que por eso repetimos: porque cada hijo es una experiencia fascinante, un desafío único y una fuente interminable de amor, ¡un nuevo vuelco a nuestras vidas! La maternidad, con experiencia previa o sin ella, es mágica.
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Publicado el 26 Jul, 2012