Reflexiones de madres: la maternidad es, por encima de todo, ilusión
Si una de las primeras palabras que describía mi sensación como madre era la de desasosiego no estoy muy equivocada si digo que su compañera es la Ilusión.
Hace pocos días María nos anunció que iba a ser mamá. Nos invitó a tomar algo para celebrarlo y dio la casualidad de que salvo ella todas las presentes éramos madres. Si bien con diferencias: alguna no ha ido todavía a la guardería, otras estamos recién llegadas al colegio y las más veteranas han terminado su tercer máster en adolescencia.
Entre risas y abrazos una a una desgranamos nuestros pesares: Claudia es un torbellino que nos arrastra y agota; del colegio solo recibo quejas y malas notas; Bruno lleva ocho meses sin dejarnos dormir; la factura del teléfono del mozo ha sido de 200 euros; este año se ha ido el segundo a estudiar fuera…
Luisa llegó con retraso y preguntó por el motivo de la celebración. Su respuesta ante la noticia fue: “Enhorabuena, es lo mejor que te puede pasar en la vida“.
Ingenuas al principio, cansadas de la semana que se acababa, a María la pusimos en alerta, la abrumamos, desbordamos y, quizás, asustamos. Todas nos quejamos, clamamos y lamentamos. Luisa, afortunada, nos corrigió. Estoy convencida de que todas, sin excepción, no quisimos transmitir desconsuelo sino que omitimos lo que sólo Luisa supo expresar.
Y es que no supe decir que el día a día me abruma, me desborda y agota: Conciliación, intimidad y descanso son ecos lejanos de otra época pero, a pesar de todo, en mi vocabulario imperan términos como asombro, alegría o ternura.
Asombro por la evolución de mis peques, de su capacidad para sorprendernos. Me abruma su capacidad de aprendizaje, me desborda su cariño y me agota su energía desbordante.
Alegría ante sus progresos, ante su sonrisa al reconocerme, ante sus abrazos desconsolados. Me abruma cómo crecen, me desborda su inocencia. Me agota su desconsuelo.
Ternura, la que despierta a diario en sus padres, la que siento cuando sufren, la que me inspira su recuerdo. Me abruman sus temores infantiles, su capacidad para hacerse querer, me desbordan sus capacidades, me agotan sus desvelos.
María descubrirá por sí misma las bondades de la maternidad, las incertidumbres e inquietudes que nos abruman, las actividades que nos desbordan y las tareas que nos agotan. Pero también se asombrará de los andares tambaleantes, de las primeras palabras, de su memoria prodigiosa. María compartirá las alegrías de su hijo. María aliviará sus temores y desconsuelos. María comprenderá la Ilusión que supone la maternidad como ninguna hemos sabido transmitir. María entenderá lo que quisimos decirle y no supimos expresar.
Publicado el 26 Nov, 2014