El segundo embarazo
Al sentarme a escribir este artículo, en la misma habitación de siempre, aquella que ya me vio pasar mi tiempo de ocio sentada delante del ordenador durante el embarazo de mi primer hijo, aquella donde me sacaba las fotos de la evolución de mi tripa, he pensado “aquí estoy, otra vez embarazada, otra vez delante del ordenador pero… madre mía, ¡cómo han cambiado las cosas!”. Tener un hijo te cambia la vida y tu visión del mundo para siempre, ¡es innegable!. Este segundo embarazo no ha sido como el primero, desde luego. La ilusión es otra; ahora todo es muchísimo más real, hay menos espacio para la idealización y las ideas están más claras pero también, curiosamente, me ha costado más sintonizar con mi bebé, como si fuera inimaginable repetir una experiencia tan mágica como la ya vivida.
La experiencia es un grado
La experiencia me ha traído, al menos en mi caso, una serenidad que no tuve en su día. Me he preocupado mucho menos por el embarazo en sí, he confiado más en mi cuerpo, he estado más relajada cada vez que me tocaba ir a una ecografía, me he tomado de manera mucho menos estricta el vigilar la alimentación, he estado menos pendiente de cada pequeño síntoma… En definitiva, he relativizado muchas de las inquietudes que siempre se tienen y he dejado fluir los días y los meses. He disfrutado más y mejor.
Quizá lo he tenido más fácil en esta ocasión: la salud me ha acompañado. Desde luego, poder vivir el embarazo como algo normal y no como una enfermedad cambia mucho las cosas. El que se hayan parecido tan poco en este aspecto lo entiendo como una lección de vida: no podemos controlarlo todo, el embarazo prosigue su curso sin nuestra intervención, pero sí que podemos hacernos fuertes mentalmente y afrontar con optimismo todo lo que venga.
Con un niño ya en casa
Tener ya un niño en casa es un hecho importante de cara a una nueva gestación. No sólo por la evidente falta de tiempo, también porque su corta vida es un cúmulo de experiencias, sensaciones y cambios para los padres. Todos los días son distintos, una nueva sorpresa, pero tienen en común que cada vez que le miro veo en él también a su hermano y disfruto pensando en volver a experimentar la misma emoción del transcurso de la vida.
Sí que es cierto que el conocer de antemano cómo transcurre un embarazo, qué se puede esperar en cada momento y de cada prueba médica, ha hecho que resultara todo más predecible, menos sorprendente. Quizá por eso, y contrariamente a lo que suele decirse, este embarazo no se me ha hecho nada corto, más bien al contrario: he sentido una gran impaciencia. Este ha sido mi punto débil: no poder evitar ansiar que pasaran los días muy rápido para llegar al objetivo final cuanto antes. Pensar en cómo será nuestra nueva vida siendo cuatro me apasiona tanto que a duras penas puedo contener esa emoción de conocerlo cuanto antes.
Estoy segura de que cada nuevo hijo es una experiencia emocionante, un nuevo vuelco en nuestras vidas. Dar vida, la maternidad en sí misma, es algo mágico. Por eso repetimos.
Publicado el 30 May, 2012