Sorpresas que te da la crianza: lo que no esperaba de la maternidad
Por Ser madre: ¡toda una aventura!
Cuando estás esperando un bebé es frecuente escuchar frases del estilo: “¡Ya verás que hermoso es ser madre!”, “es tan maravilloso que por mucho que te cuenten no te lo puedes imaginar”, “la vida te cambia por completo!”… Y un montón de expresiones más que te hacen pensar en cómo será realmente tu futuro papel como madre; y en qué sorpresas deparará.
Lo que se siente cuando te conviertes en madre es tan fuerte que comienzas a entender el significado de muchas de las frases que escuchabas durante el embarazo. Nada, absolutamente nada de lo que te pudieran decir, se asemeja al maremoto interior que se desencadena cuando ves a tu hijo por primera vez.
Cuando una amiga vino al hospital nada más nacer mi pequeñín me dijo algo que se me quedó profundamente grabado. “Cada día que pase te enamorarás más de tu hijo”. En aquel momento me pareció imposible. Yo ya estaba embelesada con mi bebé y profundamente enamorada de él. ¿Cómo iba a quererle más y más cada día?, ¿dónde cabría tanto amor?
Pues efectivamente, primera de las sorpresas: ha sido así. A medida que mi hijo crece lo hace también mi amor y devoción hacia él. Y cuando parece que no puedo quererle más me despierto una mañana y descubro que mi amor ha vuelto a multiplicarse. Y que es tan fuerte que a veces duele.
Cuando le miro a los ojos el mundo se para. El tiempo se detiene y hace que todo merezca la pena. Jamás pensé que conocería un nuevo significado de la palabra “amar”; que sería capaz de darlo todo por alguien sin pensármelo un segundo. ¿Quién me iba a decir que renunciaría a mi tiempo, a mi forma de entender la vida y a una parte de mí misma por una persona? ¿Cómo es posible que en apenas cuatro años mi escala de valores se haya modificado por completo?
Nunca creí que volvería a emocionarme haciendo castillos de arena. Ni tirándome por un tobogán. O aprendiendo las vocales a través de unos inocentes ojos deseosos de saber. Nunca creí que aprendería de nuevo a caminar, a descubrir el mundo o a emocionarme con cada pequeño avance…
Ahora estoy embarazada de nuevo y, como la gran mayoría de las madres que repetimos la experiencia por segunda vez, me pregunto en ocasiones si seré capaz de duplicar este amor tan bestial que siento ahora por mi único hijo. Pero sé que al igual que me pasó con mi niño, cuando tenga a mi bebé en brazos estas preguntas y dudas se disiparán de inmediato. Sé que el amor crecerá de forma desproporcionada y que mi corazón será capaz de albergar una emoción aún más grande que la que siento cuando miro a mi pequeño.
El descubrimiento de estas sensaciones y el saber que el verdadero amor no tiene límites y no se asemeja a ningún otro ha sido, para mí, una de las sorpresas más increíbles que me ha dado la maternidad. Algo que, a pesar de comentarios y sentencias de quienes ya eran madres cuando aún yo no lo era, jamás podría haber llegado a imaginar.
Así es la maternidad: desmonta mitos y creencias de una forma arrolladora. Te invade el alma y te inunda el corazón de un sentimiento tan poderoso como desconocido; a la vez y que hace que nada vuelva a ser como antes.
Publicado el 02 Sep, 2013