Los terribles dos años, ¿por qué es una etapa difícil?
Se acercan los dos años y con ellos una etapa llena de cambios decisivos para nuestros hijos. Se le conoce como “los terribles dos” o “la etapa de las rabietas”, aunque no todos los niños lo pasan con la misma intensidad.
¿Qué cambia en su desarrollo?
Es una etapa donde por primera vez nuestro pequeñín comienza a sentirse un ser independiente a nosotros, papá y mamá, de ahí que escuchemos frecuentemente aquello de “yo solo” o “no”. Tanto el afán de ganar autonomía como la etapa de la negación aparecen por la necesidad de desarrollar su individualidad.
No sólo eso sino que pueden aparecer las temidas rabietas, que son una muestra de frustración, la gran mayoría de las veces, por no poder expresar sus sentimientos o por no ser capaces de verbalizarlos, ya que aún están en fase de adquisición del lenguaje.
Todo ello forma el caldo de cultivo perfecto para que nuestro peque estalle y se den situaciones familiares muy complicadas.
¿Qué podemos hacer?
- Fomentar su autonomía. Evitando que se frustre y siempre estando a su disposición para ayudarle, es bueno que vaya asumiendo tareas solo como vestirse, sentarse a la mesa y comer, participar de alguna tarea doméstica en la medida de sus posibilidades. Eso le hará sentirse mayor, independiente y reforzará enormemente su autoestima.
- Mantener la calma si aparece alguna rabieta y cargarnos de paciencia. Si nuestro estado de ánimo es alterado ellos se reflejarán automáticamente y la situación empeorará.
- Ante una rabieta, espera a que se le pase. Intentar explicar algo o hablar con ellos en ese preciso momento es perder el tiempo. Mejor esperar y cuando ya esté calmado ofrecer un abrazo y comprensión. En ese momento puedes hablar con él, haciéndole saber que le entiendes y ofreciéndole herramientas alternativas de comportamiento. Mensajes sencillos que pueda comprender. Anímale a expresar sus sentimientos, ayúdale con tus palabras.
- No le regañes si tiene una rabieta, no lo hace para fastidiar, ¡no lo pueden evitar!
- Evita situaciones que puedan frustrarle y originar una nueva rabieta.
- Cuando esté tranquilo realiza juegos que simulen situaciones ante las que reaccione negativamente y ofrece alternativas de comportamiento. Le ayudará a gestionar sus emociones y a reaccionar mejor cuando algo le frustre.
La actitud de los padres en medio de una rabieta es fundamental. Una escucha activa, validando sus sentimientos con frases como «estás muy enfadado, ¿verdad?», puede ser clave. Puede ser complicado mantener la calma, pero contagiarse de su enfado monumental solo conseguirá acrecentarlo y resulte más difícicl restaurar la calma.
Los terribles dos pasarán antes de que os deis cuenta, tranquilos. Aunque hay que tener en cuenta que, como los peques siguen en desarrollo, puede no ser la última etapa similar. Así es la apasionante aventura de la crianza. ¿Cómo habéis vivido ese momento con vuestros peques?
Publicado el 16 Dic, 2015